sábado, 19 de febrero de 2011

Lógica y pensamiento

Cuando llega a nuestra mente la frase: "Yo no creo eso, porque no es lógico", quiere decir que hay pensamientos en los cuales no hay orden, no hay coherencia, no hay relación entre datos iniciales y afirmaciones finales, por esto no son lógicos.
Precisamente, es a partir de este planteamiento que surge en primera instancia la necesidad de cuestionarnos si nuestros propios pensamientos cumplen con estos rasgos fundamentales: coherencia, relación entre datos iniciales y afirmaciones finales.
Al efecto, es necesario establecer en primer lugar, que dichos pensamientos se encuentran incluidos dentro de lo que llamamos: conocimiento, entendido éste como la relación que se establece entre un sujeto y un objeto, y a su vez, como un fenómeno complejo que implica cuatro elementos: sujeto, objeto, operación y representación interna.
En este contexto, es claro que todos y cada uno de los seres humanos llevamos a cabo dicha actividad: pensamos. Sin embargo, considero que no todos estamos conscientes de la misma, por lo menos, no la esquematizamos de una forma tan claramente definida. Cada vez que llega a nuestra mente un pensamiento, pareciera que se trata de un mecanismo inserto de forma "natural" en nuestra mente, en nuestra forma de razonamiento.
Sin embargo, considero que se trata de una habilidad adquirida a través de la repetición pues cuando somos pequeños nuestro primer contacto con los objetos es a través de los sentidos: el tacto, la vista, el oído, el olfato y el gusto. Al paso del tiempo y generalmente a través de nuestos padres, nos es transmitido el mecanismo por virtud del cual procedemos a relacionar un objeto con una palabra y precisamente, cada vez que escuchamos esa palabra, viene a nuestra mente una imagen que corresponde al objeto que conocemos.
Efectivamente, el pensamiento se nos presenta como una característica aparentemente innata en los seres humanos, quienes en forma cotidiana llevan a cabo un trabajo de reflexión, de combinación o de inferencia que recae sobre representaciones previamente obtenidas, se trata una habilidad específica claramente relacionada con nuestro contacto con el mundo exterior y el uso y disposición de nuestros sentidos. Lo anterior, sin descartar la posibilidad de que alguna información nos sea transmitida genéticamente.
Las representaciones pueden ser de dos tipos: sensibles o intelectuales. Al respecto, estimo que dependerá justamente del contenido y alcance de dichas representaciones la forma de pensar de cada individuo y en cada caso, condicionará su forma de actuar.
Si la representación sensible o intelectual que hemos adquirido con relación a un objeto determinado tiene características negativas, será necesario llevar a cabo un trabajo de reflexión aun más profundo para determinar si efectivamente dicho objeto es negativo en sí mismo o únicamente se trata de una percepción personal.
Por lo tanto, cuando calificamos de ilógico el actuar de una persona, sería oportuno remitirnos a la representación sensible o intelectual que tiene de un objeto como producto de su experiencia particular, en relación a la propia, pues precisamente en este punto, es donde podríamos encontrar la explicación correspondiente y con sorpresa descubrir que en realidad nuestra reacción resulta ilógica.
Reflexión personal derivada de la lectura de la Unidad 2 Lógica y pensamiento del libro: Lógica. Introducción a la Ciencia del Razonamiento de Pedro Chávez Calderón, Segunda Edición, Publicaciones Cultural, México, 2002, pp. 15-30.

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