lunes, 14 de febrero de 2011

El conocimiento

El conocimiento como objeto de estudio se nos presenta como la relación que se establece entre un sujeto y un objeto. Precisamente, conocer significa tener una noción personal de un objeto, misma que se verá matizada por nuestra experiencia particular.
Al respecto, consideramos que si bien es cierto el término conocimiento puede estar investido de una idea general, no menos cierto es que corresponde a cada individuo en concreto determinar el grado de profundidad o acercamiento que tiene con los objetos.
Para algunas personas conocer significa tener una vaga idea relacionada con un tema en particular, para otros, conocer significa un gran esfuerzo de análisis y abstracción a través de un método específico para llegar a un resultado susceptible de comprobación, incluso que puede llegar a constituirse en una teoría.
En este contexto, adquiere mayor significado la afirmación de que el conocimiento es un fenómeno complejo que implica al sujeto, el objeto, la operación y la representación interna, de tal forma que si falta alguno de ellos, el conocimiento no existiría.
Por lo tanto, a partir de los conceptos planteados, debe ser tarea del investigador verificar que cada vez que lleva a cabo su actividad, ha logrado agotar las etapas respectivas.
En realidad, estimamos que se trata de un proceso que se lleva a cabo por el ser humano de forma inconsciente, pero que efectivamente se actualiza como una constante de los pensamientos, al considerarlos como resultado de un trabajo de reflexión, de combinación o de inferencia que recae sobre representaciones previamente obtenidas.
Por lo tanto, una vez que se ha llevado a cabo dicha actividad, el ideal es que sea fijada en un soporte material y de alguna manera sea transmitida a los demás.
Desde este punto de vista, el conocimiento que es adquirido por un individuo es y debe ser comunicado al resto de los miembros de la sociedad. Es a través del desarrollo de ideas preconcebidas por otros y de la misma experimentación que se ha desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad la ciencia y la tecnología.
Por ello, el investigador debe adquirir el compromiso social de documentar y comunicar los avances de su trabajo y una vez hecho lo anterior, someterlo al análisis y consideración del resto de los investigadores.
En este entendido, podemos afirmar válidamente que una de las tareas más importantes de los hombres de ciencia ha sido someter a discusión ideas que originalmente pueden parecer inadecuadas o que rompen con los principios previamente establecidos, con esas percepciones preconcebidas que se pueden llegar a convertir en dogmas y que una vez que sucede esto, precisamente pierden su carácter científico.

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