sábado, 30 de abril de 2011

El concepto de argumentación de Manuel Atienza

En esta ocasión nos acercamos a la obra de Manuel Atienza, profesor catedrático de la Universidad de Alicante y Director de la Revista Doxa que cuenta con una vasta obra relacionada con la ciencia jurídica. Este autor, al plantearnos el concepto de argumentación identifica cuatro rasgos fundamentales, a saber:

1.- Argumentar es siempre una acción relativa a un lenguaje que puede ser oral o escrito. Si a un conjunto de actos lingüísticos lo identificamos como una argumentación es porque interpretamos que su sentido (el sentido del conjunto) es el de sostener (refutar, modificar, etc.) una tesis, una pretensión dando razones para ello.

Ese tener que dar razones (razones formuladas –o formulables- en un lenguaje) es lo que hace que podamos distinguir la argumentación de otros procedimientos de resolución de problemas, como los que consisten en recurrir a la fuerza.

2.- Una argumentación presupone siempre un problema, una cuestión. El problema es lo que suscita la necesidad de argumentar, de enrolarse en una actividad lingüística dirigida precisamente a encontrar, proponer, justificar… una solución, una respuesta al mismo.

3.- Hay dos formas características de ver la argumentación: como un proceso, como una actividad (la actividad de argumentar) y como el producto o el resultado de la misma (los enunciados o las preferencias en qué consiste o en qué se traduce la argumentación: los argumentos).

Esta ambigüedad es en cierto modo ineludible para la argumentación, pero de que la conviene estar consciente. Desde la primera perspectiva, la argumentación puede considerarse como toda aquella actividad que ocurre entre un término a quo, el problema y un término ad quem, la solución, la respuesta al mismo. Pero si nos situamos en la segunda de las perspectivas, la argumentación viene a ser el conjunto de los enunciados en las que cabe distinguir tres elementos: las premisas (aquello de lo que se parte), la conclusión (aquello a lo que se llega) y la inferencia (la manera como están unidas las premisas y la conclusión, la relación que existe entre ambas).

4.- Argumentar es una actividad racional no sólo en el sentido de que es una actividad dirigida a un fin, sino en el de que siempre hay criterios para evaluar la argumentación, siempre parece tener sentido preguntarse si el argumento es bueno o malo, aparentemente bueno pero en realidad malo, mejor o peor que otro, etc.

Y en este punto, el autor utiliza el término “bueno” en un sentido muy general (si se quiere, como un concepto), de manera que los criterios de bondad (las concepciones de lo bueno) no son los mismos: según cómo se contemplen los argumentos, a veces “bueno” querrá decir válido (deductivamente o inductivamente válido) otras veces sólido, fuerte, relevante, eficaz, persuasivo, etc.

De lo anterior, desprendemos claramente la estructura lógica de los argumentos que conlleva su naturaleza racional, lo que al final del camino le otorgará la solidez suficiente para llegar a convencer a través del proceso de comunicación integrado de sus tres elementos: emisor-mensaje-receptor, siempre y cuando se comparta el código de lenguaje, que no se limita únicamente a hablar el mismo idioma.

En todo caso, debe haber una serie de referentes conceptuales a partir de los cuales se plantean argumentos a favor o en contra, pero con la garantía de que la discusión gira en torno al mismo tema, o planteado de otra manera, con base a un acuerdo…

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